viernes, 17 de diciembre de 2010

EDITORIAL: Nuevo Formato

En reiteradas ocasiones y en muy variados contextos, hemos tenido la oportunidad de plantearnos, colectiva o individualmente, la enorme cantidad de contradicciones y falencias que constituyen nuestro qué hacer diario. La universidad se ha convertido en un espacio que no se conforma con el objetivo de entregar abundante y consistente conocimiento, sino en un medio limitado para propagar la idea de la promoción social a través del cartón representativo de un título.

Para quienes apostamos por una formación coherente con nuestras expectativas, en la que la educación tenga un sentido que supere el paradigma de la mercantilización[1] y sea capaz de hacer del conocimiento un bien social, útil para todos los sujetos que conforman esta comunidad, la tarea se nos pone difícil.

Elegir una profesión que pone especial énfasis en la educación, como medio para la formación de sujetos pensantes, críticos y comprometidos, es también elegir una carrera por el derecho al conocimiento. Hoy tenemos una abultada lista de reclamos que hacerle a nuestra carrera, desde los problemas con los docentes hasta la estructuración deficiente de una malla curricular sin objetivos claros, pero creemos que la forma más adecuada de resolver estos problemas, no es la pasividad, la indiferencia ni la crítica fácil y barata. Hacer una crítica es comprometerse con la búsqueda de las soluciones posibles para la resolución del problema y, en este sentido, decir que en la educación -que en nuestra carrera- se ha desalojado el conocimiento, es decir que debemos hacernos cargo de la generación del mismo.

Nuestra carrera tiene características particulares que no aprovechamos. Como estudiantes no tenemos representatividad en los ámbitos académicos, no tenemos un medio de construcción de conocimiento colectivo, criticamos permanentemente la educación tradicional del profesor autoritario y somos impávidos espectadores de los contenidos que se nos entregan en el aula. Es momento de hacernos cargo, de legitimar otros espacios de conocimiento. Nos lo decimos cada día y nunca lo hacemos tangible: el aula no es el único espacio de aprendizaje.

Esta revista aspira a constituirse como un espacio de expresión de ideas, de crítica, de generación de conocimiento y de sociabilización del mismo. Agradecemos infinitamente las no pocas críticas que recibimos al primer número y les presentamos el nuevo formato, que pretende abrir el universo de temas a tratar -pues nuestro conocimiento es ilimitado y enriquecedor en todas sus aristas- e incluir una parte importante de los estudiantes de nuestra carrera a través de la creación literaria.


Grupo editorial D-Enunciado
(css)


[1] Entendiendo que hoy compramos conocimiento de pésima calidad en Universidades, Institutos Profesionales, Centros de Formación Técnica, Colegios…

Literatura independiente, individual e individualista

Por Marco Gálvez Arriet


Si bien resulta difícil delimitar de modo diacrónico el nacimiento de lo que
actualmente es llamado literatura independiente, nos limitaremos a utilizar el término solo en función de las obras literarias creadas fuera de los círculos de literatura comercial y literatura intelectual, refiriéndonos a los textos literarios de autor. Es en este grupo doblemente marginado (por el mercado y el intelectualismo) donde se genera una heterogeneidad tan grande o mayor que la presente en los círculos mencionados, y que a su vez es la única que no se encuentra conglomerada en una gran elite. La no-elitización de la literatura independiente se debe a la inexistencia de una agrupación tal, o de la universalización de sus textos y autores.

La literatura independiente no es un espacio, sino que es lo que queda fuera de los verdaderos (reconocidos social e intelectualmente como tales) espacios literarios. Lo que sí puede llegar a formarse dentro de la literatura independiente son pequeños círculos cerrados de escritores,los cuales sí representan en cierto modo una elitización, pero no dirigida hacia la literatura independiente en general, sino solo a modo de identificación entre sus miembros.

A lo largo de las décadas pasadas, este funcionamiento de la literatura independiente en colectivos poseía su propia serie de problemáticas, a las que se le han sumado otras tantas en las últimas dos décadas, con la individualización de la literatura, del texto y de la creación literaria.

Con la llegada de el computador personal, y junto con él, el internet, fueron mejorados y ampliados de forma explosiva tanto los medios de creación de un texto, como la difusión de los mismos.

La aparición de este medio creativo/difusor se dio en los años en que la literatura
subversiva, popular e independiente, perdía su sentido social y político para individualizarse.

La llegada de los años noventa con una literatura alternativa (no-comercial) más experimental,individualista y des-socializada. Esta individualización de la literatura derivó en los dos grandes canales literarios del internet: las comunidades de escritores y el blogger. Las comunidades de escritores en línea son directas hijas de los círculos poéticos de los años 90 en Latinoamérica y en Chile: estos pseudo-colectivos, en lugar de generar literatura para difusión, escribían para ser leídos por sus propios miembros. El Blogger (refiriéndonos, claro, al blog meramente literario, que pública textos literarios), es hijo directo, a su vez, de la pérdida de la creación literaria para la sociedad. El blog se halla en la mediocridad exacta de no ser precisamente una libreta de anotaciones y poemas personales, pero que renuncia a ser un medio de difusión artísticoliteraria.

Y así como existe en la literatura independiente una exclusión de los círculos intelectuales y de mercado, un estado intermedio entre el texto público y el privado, también existe la individualización a la que buscamos referirnos: la mayor parte de la literatura indepediente no se mueve ya en aras de la sociedad en un sentido político, pero sí reniega de las elites literarias, hallándose en un limbo que no contribuye ni a las macro-sociedades literarias, pero tampoco con fines de contribución popular.

La pérdida de la identificación popular genera una controversia, pues podríamos
afirmar que se contrarrestó la politización de la literatura utilizada como arma de lucha en tiempos que anhelaban la democracia, multiplicándose las temáticas, que anteriormente se enfocaban idealmente a combatir el estado actual de la dictadura. Y no por esto desaparecieron los colectivos o discursos ideológicos, pero sí se segregó la escena, creando, dividiendo y multiplicando diversos colectivos literarios enfocados en distintos intereses de forma y contenido, generando muchas veces disputas entre ellos. Estas disputas sobre forma y contenido literario hizo que la literatura en Chile volviera a forjar una madurez perdida en la monotematización en tiempos de dictadura, a la vez que una rivalidad en las maneras de concebirse como tal, un ejemplo claro es la actual rivalidad entre los "beats" y los "novísmos", en el género poético contemporáneo.

La impresionante cantidad de recursos generadores de textos que trajo consigo la
aparición y masificación de la informática y el internet, en lugar de fortalecer la creación textual y literaria, se opaca ante el colapso numérico de textos, la falta de difusión real y la falta del público lector. Prima el canal por sobre el contenido, y a su vez.

Si bien la decadencia de la unión de colectivos literarios, basados en dilemas o
posturas sociales y culturales, perdió fuerza desde la caída de las dictaduras en Latinoamérica, fue causa del acceso libre a la web el que se haya dejado de lado en general el intento por mover algo, ese toque vanguardista-revolucionario presente siempre en la generación de textos literarios sin ayuda ni cercanía de los monopolios comerciales e intelectuales literarios.

La abundancia de canales para permitir escritores repentinamente mató al lector, quedando solo en la web de blogs y comunidades literarias; una gran cantidad de grupos escritores destinados a leerse entre sí. Esto ha generado una entropía en la evolución de los medios virtuales de producción de textos literarios, que sobreabundan, se actualizan a una velocidad que les hace pasar en pocos días u horas a estar prácticamente obsoletos.

Un problema surgido de esta virtualidad es la impresión de mundo paralelo que resulta de ella: la literatura y los textos generados de forma autónoma ya no se encuentran a diario, en medio de los problemas sociales y de las dificultades del día a día, sino que se debe acceder a este mundo virtual para encontrarse con un plano paralelo en el que encontramos la literatura de autor. Realizando una analogía entre literatura cerrada (comercial o intelectual) y literatura libre, o de autor (casera, independiente, propia), podemos ver que, antes de la llegada de internet, la literatura subversiva, luchando por tomar lugar y ser difundida en medio de conflictos sociales desfavorables para la libre expresión, se movía en un medio más “cercana a la cotidaneidad” que la literatura entregada por el mercado y el intelectualismo; en cierto modo, al parecerse a la literatura independiente, ocurría un acercamiento mayor con la realidad. Hoy en día, sin embargo, sin más enemigo que el mercado (ya que la difusión es fácil y libre por internet), la literatura de autor, los textos "caseros", forman parte más bien de una realidad virtual, que se aleja de lo cotidiano-colectivo de los lectores, dispersándose en múltiples campos y variables, lo desvincula muchas veces de su colectivo, por esto, el leer un blog, ya no representa hallarse más cerca de la realidad que al consumir textos literarios que circulen en el mercado.

No obstante, existen colectivos y proyectos generadores de instancias noindividualistas como lo son las publicaciones autogestionadas y el fanzine, las performance poéticas y ciertos encuentros "culturales". Es en estos espacios donde el rol de lector/espectador vuelve en cierto modo a tomar su lugar, y en el que no se genera un asilamiento entre los (generadores de) textos y el público que los leerá.

La identificación social-popular con el arte y expresión alternativos e independientes ha muerto. Y en su lugar, miles de pequeños mundos y sociedades ficticias aparecen cada minuto para perderse, desenfocadas. "Un artista es alguien que produce cosas que la gente no necesita tener pero que él, por alguna razón, piensa que sería una buena idea darles" afirmó Andy Warhol hace cuatro décadas. Hoy nos encontramos que el panorama parece ser igual, con la diferencia que, dejando de lado el arte (o literatura específicamente) comercial e intelectual, los "artistas" independientes producen cosas que ni siquiera van dirigidas a "la gente", sino más bien a ese plano ficticio que los absorbe y almacena lejos de su real difusión.

Abajismo: ¿Reivindicación o Renegación de un grupo social?

Por Nicole Quiroz González y Carolina Saavedra Sáez


Dentro de nuestra sociedad podemos percatarnos de distintos fenómenos lingüísticos que responden a problemáticas sociales de diverso tipo. Estos fenómenos los podemos estudiar desde un punto de vista netamente lingüístico o ir un poco más allá e intentar revelar el trasfondo social de aquellos fenómenos. De esta forma, una manifestación interesante de analizar es la del abajismo. En general, entendemos el abajismo en contraposición al arribismo, un estilo al hablar, vestir o moverse dado principalmente por la imitación de las características más comunes y significativas de cierto sector del “bajo pueblo” por sujetos que no las comparten, ya sea por su ubicación geográfica original, como por la social y económica.

Como una moda entre nuestros compañeros universitarios, el abajismo se instala a nuestro alrededor y nos causan curiosidad los motivos que justifican esta conducta. Podemos clasificarlo según quien lo practique, por lo que hemos optado por dividirlo en dos grandes grupos enmarcados por las características sociales, culturales y económicas de los hablantes. El primero radica principalmente en un grupo de clase social “alta”, en el que consideramos a quienes no tienen problemas económicos, aquellos que heredaron contactos y conductas sociales exclusivas y excluyentes, viven en sectores acomodados y tienen las facilidades monetarias y culturales para desarrollarse en los ámbitos que se propongan. El segundo grupo se caracteriza por ser un sector de la clase media y baja (si nos ceñimos a las clasificaciones institucionales) que ve en la educación y la universidad como parte de ella, una oportunidad para la realización personal y la mejoría de las condiciones individuales de vida, que aunque no tiene los recursos necesarios para ser considerado de una clase acomodada, tampoco pertenece a los círculos de abismante pobreza de nuestras ciudades y, muchas veces por ello, no comparte las características estilísticas antes mencionadas.

A pesar de lo interesante que pueda resultar analizar ambos grupos, no es sino el segundo el que nos atrae mayormente, pues es el más cercano a nuestro universo como estudiantes de la USACh. ¿Qué es lo que motiva a ciertos grupos de jóvenes a cambiar su modo de vestir y hablar, más allá de la broma o la mera intención de imponer un estilo? Consideramos que si nos alejamos de lo superficial, el abajismo se da fundamentalmente en grupos de jóvenes con cierto tipo de convicciones sociales que los llevan a plantearse, consciente o inconscientemente, una reivindicación de un grupo particular de la clase segregada, de su idiosincrasia, de sus gustos estéticos y manera de hablar, una reivindicación justificada en la discriminación constante a este sector social, marginado y menospreciado.

Noble objetivo. Sin embargo, nos parece evidente que este intento de reivindicación es más bien una caricaturización del arquetipo al que denominamos “flaite” que, fuera de lo que pueda aportar o no al fin, es más bien una aspiración a pertenecer a esta clase tan bien delimitada. Fundándonos en esta premisa, consideramos que el estudiante (nos limitaremos sólo a este ámbito en este caso), incluso estudiando con becas en la universidad y crédito para pagar sus aranceles, viviendo en condiciones muchas veces precarias, con lo justo para movilizarse o comprar almuerzo, no se siente parte de la clase pobre y se margina de ella, al punto de tener que imitar lo que considera intrínseco de una ápice del universo que conforma la clase oprimida, que también es la suya, para validarse como miembro de ella. Por tanto, el estudiante abajista al no asumir su identidad, crea una por encima de la propia para demostrar, en un plano superficial, la adhesión a un grupo social determinado. Este hecho es igual de comparable a un niño de 15 años en busca de un estilo determinado, una vez que lo encuentra (generalmente comienza por los gustos musicales) adopta todas las características visuales de aquel estilo. El abajista adoptará la norma “abajista”.

El estudiante universitario forma parte de una élite intelectual, quiéralo o no; con el sólo hecho de haber ingresado a cualquiera de las carreras, ha alcanzado mayores conocimientos y educación institucional que muchos de sus compañeros de clase. Sin embargo, el modelo económico social actual sólo lo convierte en un obrero calificado que sirve a intereses particulares. Por esto, estudiante, profesional, obrero, campesino y todos los explotados, están limitados por las condiciones de clase común entre ellos que, con mayores o menores sueldos, son en el fondo una unidad.

Si concebimos el abajismo como la reivindicación de una clase, es posible concretizarlo en un problema de identidad, en la que el estudiante siente la ausencia de esta pertenencia y la busca en la adopción de moldes que no son propiamente suyos. Cambiar nuestra imagen para adquirir una ajena es, concretamente, renegar de la propia, pero esta situación resulta más relevante aún, cuando descubrimos que en ese intento por adquirir los arquetipos ajenos, hay un desconocimiento de lo que se es en realidad y una diferenciación respecto a aquellos que son imitados, lo que manifiesta una contradicción entre lo reflejado en el discurso apoyando al pobre y el no sentirse parte de ellos en la realidad, aun siéndolo claramente, y tener que recurrir a elementos externos para materializar este sentimiento.