Por Daniel C. Santos da Silvai
14 de junio de 2011
Estudiantes de Castellano de USACH,
Cuando postulé mi beca de intercambio para la USACH no tenía idea de lo que me esperaría en Chile. Vine para acá con pocas informaciones del país y una de estas era: “Chile, el país más desarrollado de América Latina”. Al escuchar eso pensaba que iba a encontrar la mejor calidad de vida, pocas diferencias sociales y una excelente educación. Ya en el bus que me trajo empecé a cambiar eses conceptos, al escuchar un brasileño (que trabaja acá hace algunos años), señalando que acá en Chile no existían universidades públicas, incluso no existía salud pública. Me sorprendí, pero en verdad no creí en esto, ya que, en mi inocencia, la Educación y la Salud gratis eran derechos de todas las personas.
Al empezar e conocer a las personas de la Universidad, una de las primeras cosas que pregunté fue justamente esto: “¿Acá ustedes pagan para estudiar?” Además de escuchar un “sí, po, cachai”, me di cuenta que lo que ustedes pagan para estudiar es el costo de una carrera de Licenciatura en una universidad privada en Brasil.
Mi primer pensamiento tras eso fue: “Yo nunca podría estudiar si fuera de este país, es una suerte ser de Brasil”. Nunca pensé que la educación de mi país fuera buena, aún no lo creo de todo, sin embargo, sí, sé que allá una persona puede estudiar para la prueba de selección (lo que ustedes llaman PSU), aprobar y cursar una carrera sin pagar nada, como es mi caso. Cuando digo NADA, quiero decir que estudio sin necesitar una beca, sin valores semestrales de matrícula, tampoco una tasa anual que ustedes, lamentablemente, pagan acá.
En mi familia mis hermanos, tampoco mis padres, hicieron pregrado. Con surte dos de mis hermanas egresaron de secundaria. En verdad, mi mamá no creía posible que yo hiciera pregrado. Estudié un año y medio para aprobar en el “PSU”, pero ahora, desde hace tres años y medio que estoy en mi carrera. Con mucho orgullo quiero ser profesor. Probablemente no seré rico, pues esta profesión también es desvalorada allá. Pero sé que, al menos, no necesito trabajar todo el año con la finalidad de pagar mi carrera. Tampoco tengo deudas con el Estado cuando me reciba (me refiero directamente a los llamados créditos universitarios).
Otra posibilidad de hacer una carrera gratis allá, es por el Examen Nacional, realizado todos los años por los alumnos de la secundaria. Dependiendo de la nota que uno obtenga en esta prueba, se puede conseguir una beca parcial o integral en una universidad privada.
Hay muchos problemas en Brasil, por supuesto, pero allá, mientras los profesores luchan por mejores sueldos y los alumnos por una mejor educación, ustedes luchan por una cosa que, en mi concepción, es DERECHO de ustedes: hacer una carrera sin pagar.
A todas las personas de Brasil que dije que acá ustedes pagan para estudiar, la reacción fue la misma: indignación. Y esto también sentí cuando supe que acá una mujer no puede tener un parto gratis. La primera persona que me vino a la cabeza fue mi hermana con sus cuatro hijos. ¿Qué sería de ella si necesitara pagar para tener a sus hijos? ¿Si no tuviera el derecho a la salud gratis (que, claro, no es de las mejores, pero, sí, existe) para mis sobrinos?
Puedo señalar, además, que allá también existen becas del gobierno para las familias con bajo sueldo. Por ejemplo, una mamá puede ganar dinero por cada hijo que mantiene en el colegio. Es la situación que vive mi hermana.
Yo no puedo imaginar a mi papá, que es conductor de bus, esperando en una plaza su horario de trabajo, sin la posibilidad de ir al baño, teniendo que usar pañal, como supe que ocurre con algunos conductores de acá. ¡Por Dios! eso me parece que va en contra de los Derechos Humanos. No puedo imaginarme ganando solamente monedas de la gente que se va al mercado, cuando era empaquetador, sin un sueldo garantizado.
En el trabajo mi papá, por ejemplo, tiene derecho a pasaje gratis, una canasta familiar mensual, vacaciones anuales, además de recibir el décimo tercero sueldo, es decir, trabaja todo el año y en diciembre tiene derecho a un sueldo más. Eso sin mencionar la gente que tiene derecho a convenios de salud privados.
Pero, volviendo al tema “Educación” – que para mí es dónde empieza el cambio - e intentando concluirlo. Me parece que muchos de ustedes están acostumbrados y resignados con esta situación o, a veces, no saben que en otro país existe este DERECHO de tener una educación gratis. Pienso que es muy difícil acceder socialmente acá. Quizá yo haga un magíster en Brasil, que también puede ser gratis, además de ofrecer una beca en dinero a algunos estudiantes (algo como trecientas “lucas”, según informaciones que tuve).
Jamás podría ser tan egoísta al punto de estar en contra del paro, ya que vine acá, teóricamente, para estudiar. Al contrario, creo que ustedes deben seguir luchando y exigiendo una cosa que, repito, es DERECHO de ustedes. No acepten becas, eso no es algo garantizado. Luchen por la educación PÚBLICA, pero sin impuestos y créditos.
Cuando se está en un intercambio la experiencia que uno adquiere académicamente, es el mínimo que si puede alcanzar, conocer el otro fue muy significativo para mí para que yo valorara a mí mismo, a las cosas que tengo. Pronto vuelvo a Brasil y cuando me pregunten como fue la experiencia del intercambio diré: “increíble, hoy en día amo mucho más a Brasil”.
i Daniel C. Santos Da Silva estudiante de Letras de la Universidad Federal del Paraná, Brasil, actualmente cursa la carrera de Pedagogía en Castellano en esta univesidad mediante la beca de movilidad estudiantil AUGM. A portas de terminar su estadía en la Usach quiso compartir con los estudiantes (y amigos) su experiencia en Chile y la diversidad de injusticias que, como estudiante, joven y extranjero puede ver y sentir en nuestro Gran País Civilizado.