martes, 28 de junio de 2011

CARTA Carta carta



Por Daniel C. Santos da Silvai


14 de junio de 2011


Estudiantes de Castellano de USACH,

Cuando postulé mi beca de intercambio para la USACH no tenía idea de lo que me esperaría en Chile. Vine para acá con pocas informaciones del país y una de estas era: “Chile, el país más desarrollado de América Latina”. Al escuchar eso pensaba que iba a encontrar la mejor calidad de vida, pocas diferencias sociales y una excelente educación. Ya en el bus que me trajo empecé a cambiar eses conceptos, al escuchar un brasileño (que trabaja acá hace algunos años), señalando que acá en Chile no existían universidades públicas, incluso no existía salud pública. Me sorprendí, pero en verdad no creí en esto, ya que, en mi inocencia, la Educación y la Salud gratis eran derechos de todas las personas.

Al empezar e conocer a las personas de la Universidad, una de las primeras cosas que pregunté fue justamente esto: “¿Acá ustedes pagan para estudiar?” Además de escuchar un “sí, po, cachai”, me di cuenta que lo que ustedes pagan para estudiar es el costo de una carrera de Licenciatura en una universidad privada en Brasil.

Mi primer pensamiento tras eso fue: “Yo nunca podría estudiar si fuera de este país, es una suerte ser de Brasil”. Nunca pensé que la educación de mi país fuera buena, aún no lo creo de todo, sin embargo, sí, sé que allá una persona puede estudiar para la prueba de selección (lo que ustedes llaman PSU), aprobar y cursar una carrera sin pagar nada, como es mi caso. Cuando digo NADA, quiero decir que estudio sin necesitar una beca, sin valores semestrales de matrícula, tampoco una tasa anual que ustedes, lamentablemente, pagan acá.

En mi familia mis hermanos, tampoco mis padres, hicieron pregrado. Con surte dos de mis hermanas egresaron de secundaria. En verdad, mi mamá no creía posible que yo hiciera pregrado. Estudié un año y medio para aprobar en el “PSU”, pero ahora, desde hace tres años y medio que estoy en mi carrera. Con mucho orgullo quiero ser profesor. Probablemente no seré rico, pues esta profesión también es desvalorada allá. Pero sé que, al menos, no necesito trabajar todo el año con la finalidad de pagar mi carrera. Tampoco tengo deudas con el Estado cuando me reciba (me refiero directamente a los llamados créditos universitarios).

Otra posibilidad de hacer una carrera gratis allá, es por el Examen Nacional, realizado todos los años por los alumnos de la secundaria. Dependiendo de la nota que uno obtenga en esta prueba, se puede conseguir una beca parcial o integral en una universidad privada.

Hay muchos problemas en Brasil, por supuesto, pero allá, mientras los profesores luchan por mejores sueldos y los alumnos por una mejor educación, ustedes luchan por una cosa que, en mi concepción, es DERECHO de ustedes: hacer una carrera sin pagar.

A todas las personas de Brasil que dije que acá ustedes pagan para estudiar, la reacción fue la misma: indignación. Y esto también sentí cuando supe que acá una mujer no puede tener un parto gratis. La primera persona que me vino a la cabeza fue mi hermana con sus cuatro hijos. ¿Qué sería de ella si necesitara pagar para tener a sus hijos? ¿Si no tuviera el derecho a la salud gratis (que, claro, no es de las mejores, pero, sí, existe) para mis sobrinos?

Puedo señalar, además, que allá también existen becas del gobierno para las familias con bajo sueldo. Por ejemplo, una mamá puede ganar dinero por cada hijo que mantiene en el colegio. Es la situación que vive mi hermana.

Yo no puedo imaginar a mi papá, que es conductor de bus, esperando en una plaza su horario de trabajo, sin la posibilidad de ir al baño, teniendo que usar pañal, como supe que ocurre con algunos conductores de acá. ¡Por Dios! eso me parece que va en contra de los Derechos Humanos. No puedo imaginarme ganando solamente monedas de la gente que se va al mercado, cuando era empaquetador, sin un sueldo garantizado.

En el trabajo mi papá, por ejemplo, tiene derecho a pasaje gratis, una canasta familiar mensual, vacaciones anuales, además de recibir el décimo tercero sueldo, es decir, trabaja todo el año y en diciembre tiene derecho a un sueldo más. Eso sin mencionar la gente que tiene derecho a convenios de salud privados.

Pero, volviendo al tema “Educación” – que para mí es dónde empieza el cambio - e intentando concluirlo. Me parece que muchos de ustedes están acostumbrados y resignados con esta situación o, a veces, no saben que en otro país existe este DERECHO de tener una educación gratis. Pienso que es muy difícil acceder socialmente acá. Quizá yo haga un magíster en Brasil, que también puede ser gratis, además de ofrecer una beca en dinero a algunos estudiantes (algo como trecientas “lucas”, según informaciones que tuve).

Jamás podría ser tan egoísta al punto de estar en contra del paro, ya que vine acá, teóricamente, para estudiar. Al contrario, creo que ustedes deben seguir luchando y exigiendo una cosa que, repito, es DERECHO de ustedes. No acepten becas, eso no es algo garantizado. Luchen por la educación PÚBLICA, pero sin impuestos y créditos.

Cuando se está en un intercambio la experiencia que uno adquiere académicamente, es el mínimo que si puede alcanzar, conocer el otro fue muy significativo para mí para que yo valorara a mí mismo, a las cosas que tengo. Pronto vuelvo a Brasil y cuando me pregunten como fue la experiencia del intercambio diré: “increíble, hoy en día amo mucho más a Brasil”.

i Daniel C. Santos Da Silva estudiante de Letras de la Universidad Federal del Paraná, Brasil, actualmente cursa la carrera de Pedagogía en Castellano en esta univesidad mediante la beca de movilidad estudiantil AUGM. A portas de terminar su estadía en la Usach quiso compartir con los estudiantes (y amigos) su experiencia en Chile y la diversidad de injusticias que, como estudiante, joven y extranjero puede ver y sentir en nuestro Gran País Civilizado.



Artículo

Diversidad, una cuestión de principio



Traté de escribir este artículo al estilo académico. Pero no me resultó y vaya a saber uno por qué. Diversidad, un tema, en esencia, bastante amplio por lo demás. No, definitivamente aquí sobran los papers, los abstracts, las key words y todo tipo de extranjerismo gringueado y tan divinizado por la academic comunity of Chile. Todo eso está demás. Vamos a hablar como quien habla con la vieja de la esquina, la misma que le sabe los cahuines a medio mundo y anda parando la oreja a cada hora después de la telenovela de las tres. Una suerte de ensayo sin sus formalidades respectivas.

No voy a abordar la diversidad en sus estados más diversos. Eso sería una locura. Un mamotreto de palabras y párrafos de nunca acabar. ¡Qué aburrido! Dejémosles esa tarea a los amantes de las formalidades de importación. Yo no tengo tiempo para tonterías.

Empecemos por un principio básico. ¿Qué es el rojo sin el azul? Nada. ¿O el verde sin el rosa? Nada tampoco. ¿O el amarillo sin el gris, ni el naranjo, ni el celeste, ni el violeta, ni el…? ¡Nada! Así como una P vale en cuanto no es ni S, ni E, ni M, ni etc. Se necesitan entre ellas para ser algo. Cada componente de un conjunto es y tiene razón de ser gracias a la existencia de una diversidad de componentes que se le oponen. ¡Exacto! Es el principio de oposición. Yo valgo en cuanto no soy ni este, ni aquel, ni ese otro. La diversidad es necesaria, señores, señoras. Sin ella no somos nada, nadie es nada. Bien. Principio básico establecido. Ustedes pueden llevar este concepto a sus realidades diversas. Saussure lo probó con el ajedrez. Háganlo ustedes con lo que se les ocurra. Las personas en una sociedad, por ejemplo, y vean cómo les resulta.

Ahora que sabe todo esto, no me venga con absolutismos, ni nacionalismos, ni racismos, ni cualquier otro tipo de discriminación que atente contra el principio básico de diversidad. Sí está permitida la homofobia, no se asuste. Aunque es repugnante, pero tratable según mi modo de ver. No desespere si no es capaz de soportar a tanto maricón rondando su territorio. Tranquilo que ya han encontrado una cura para el cáncer.

No quiero seguir escribiendo. Son la una de la mañana y debo levantarme temprano porque tengo ensayo a eso de las diez. Estoy estresado y escribo por compromiso, no por gusto.

¿Quieren saber de diversidad? Salgan a la calle un rato y dedíquense a observar, a contemplar, a mirar con atención lo que tienen a su alrededor. No tengo por qué estar hablando si lo tienen todo frente a sus narices. Pueden empezar mirando a la gente con quien comparten el Metro, después de todo, o nada, el tren subterráneo siempre está lleno, a toda hora, no hay tregua para nadie. O podrían hacer el ejercicio de comprar El Mercurio y el The Clinic en una misma semana. Leer ambos y pensar al respecto. Vamos, qué no es tan difícil aprender un poco acerca de la diversidad. Y si quieren ser más osados pueden comprar tres diarios o esperar a que les regalen La Hora o el Publimetro a la salida de algún metro. ¡Salgan al mundo! ¡Abandonen las cuatro paredes que los encarcelan del paisaje exterior! No es tan difícil y, de vez en cuando, suele ser algo divertido.




Francisco García Mendoza

INFORMACIONES

IV JORNADA DE LITERATURA LATINOAMERICANA Y CHILENA
Imaginarios en tránsito. El problema del viaje en Latinoamérica.

CENI USACH
(18 y 19 de agosto)

Conferencias de:
- Luz Horne (Universidad de San Andrés)
- Ana Pizarro (Usach)
- Magda Sepúlveda (Puc)
- Soledad Falabella (Universidad de Chile)

Artículo




Educación en y para la Diversidad

En las últimas décadas, la normativa internacional ha hecho planteamientos muy claros sobre la necesidad de promover que el sistema educativo garantice el derecho a la educación en igualdad de oportunidades para todos los niños, niñas y adolescentes con algún tipo de discapacidad; derecho consagrado por el Estado chileno al firmar la Convención de los Derechos del Niño en 1990, apoyada por La Declaración de Salamanca (1994), las Normas sobre Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (1994) y el Marco de Acción de Educación para Todos (2000). Tanto la infancia como la discapacidad cognitiva son categorías que han evolucionado hacia una mirada social en la que el contexto juega un papel preponderante. Los niños y niñas con discapacidad cognitiva deben ser reconocidos como sujetos de derechos y con capacidades para avanzar en su desarrollo y aprendizaje, de tal manera que se les brinden las condiciones necesarias para recibir una educación acorde con sus características en un entorno inclusivo.

La discapacidad cognitiva se caracteriza por un funcionamiento intelectual significativamente inferior a la media, que generalmente coexiste junto a limitaciones en dos a más de las siguientes áreas de habilidades de adaptación: comunicación, autocuidado, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, tiempo libre y trabajo. Si revisamos este concepto y como actúa en la educación, veríamos que es un concepto transversal que no discrimina edad, ni nivel sociocultural. De acuerdo con la teoría de Howard Gardner, las personas con discapacidad cognitiva tendrían dificultades principalmente en el desarrollo de la inteligencia verbal y matemática, mientras que en la mayoría de casos conservan intactas sus demás inteligencias tales como artística, musical, interpersonal e intrapersonal.

En la actualidad el conocimiento en educación señala que la mejor opción para la gran mayoría de los niños con necesidades educativas especiales, asociadas a una discapacidad, es que aprendan junto al resto de los niños en la escuela regular. Las escuelas especiales han surgido debido a que el sistema educacional chileno no ha podido integrar a los estudiantes con discapacidad cognitiva. La gran masificación de colegios que se dedican a la educación especial ha significado que a muchos niños que podrían estar en el sistema regular, les es más fácil encontrar una alternativa en la escuela especial, reforzando el carácter selectivo y segregador de los establecimientos de nuestro sistema de educación.

Un establecimiento educacional que dice ser integrador debe serlo en todos sus aspectos, pero específicamente debe tener en cuenta dos elementos, uno de ellos es pensar en cómo integramos y el otro es a quién estamos integrando, hecho que muchas veces no se lleva a la práctica: por una parte, en la mayoría de los establecimientos se trabaja en la generalidad y no en las particularidades y necesidades de los alumnos; por otro lado, hay colegios donde se trabaja con la singularidad de cada niño, ya sea en la utilización del sistema braille para personas con discapacidades visuales o también en el ámbito de la evaluación diferenciada frente a otro tipo de discapacidad. En la realidad escolar este sistema de evaluación diferenciada es precario debido a que a los docentes no se les prepara en su formación inicial para enfrentar este escenario de diversidad cognitiva.

Es necesario replantearnos los vacíos que existen para que el docente pueda realizar dicha integración, por ejemplo, la reglamentación educacional dicta que por cada curso se puede tener a dos estudiantes con discapacidad cognitiva, pero en la práctica el docente no está capacitado para hacerse cargo de los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Esto redunda en que la integración se produzca únicamente en el discurso, pues los establecimientos no se hacen cargo del aprendizaje efectivo de los niños y adolescentes que presentan este tipo de discapacidades. El problema se acentúa aún más cuando las posibilidades de formación continua del docente se ven restringidas por exigencias institucionales que impiden una preparación adecuada para enfrentar distintos casos de discapacidad cognitiva dentro del aula.

La atención a la diversidad constituye un mecanismo de ajuste de la oferta pedagógica a sus capacidades, intereses y necesidades. La atención a la diversidad se convierte con ello en un imperativo de justicia para la enseñanza democrática. Por consiguiente, nos preguntamos ¿cómo la Formación Inicial Docente (FID) responde a tales requerimientos?, ¿la formación pedagógica que recibimos en esta institución nos prepara para enfrentarnos a un escenario de diversidad cognitiva? Esta realidad es un tema pendiente en las mallas de pedagogía pues es también un tema pendiente en las políticas de educación de nuestro país. No obstante, es una tarea institucional que compete a toda la comunidad educativa, con la finalidad de dar respuesta adecuada a las necesidades de los estudiantes. Se requiere, también, de profesores que busquen una forma cooperativa de dar respuesta a la diversidad de los estudiantes a través de la reflexión de su propia acción. Entonces, el tratamiento de la diversidad deja de ser solo una exigencia ética para convertirse en un requisito básico de una enseñanza eficaz: si los estudiantes no aprenden, en realidad, no existe enseñanza-aprendizaje, y si los profesores se esfuerzan en dar a todos un mismo tratamiento, es bastante probable que muchos de los estudiantes fracasen, lo que sin duda evidencia el fracaso profesional del docente. La opción por un modelo de currículo abierto y flexible, constituye una vía privilegiada de atención a la diversidad, una medida de carácter adaptativo y atento a las diferencias individuales.


Karla Cabello Orellana

Daniela Correa Vargas

Documental Recomendado

Por Daniela Correa

"Y verás cómo quieren

en Chile”




Este documental realizado por Rafael Contreras, Andrés Donoso y Pablo Mardones (2009) retrata la experiencia de la escuela con más estudiantes extranjeros del país: la Escuela República de Alemania; emplazada en el histórico barrio Yungay, comuna de Santiago Centro. En ésta, un grupo de estudiantes y docentes del colegio, reflexionan y dialogan sobre ser chileno, ser extranjero, y ser migrante en la cotidianidad de su escuela y su barrio, mientras experimentan el proceso de crecer en Chile. Pese a algunas dificultades que se van presentando, tanto para los profesores como para los estudiantes, la experiencia comienza a dar resultados satisfactorios, basada en la tolerancia, la aceptación y la integración.

3er. número D-Enunciado


¿Qué entendemos por DIVERSIDAD?